viernes, 3 de febrero de 2012

Los pronunciamientos militares en el siglo XIX en España

Tras la salida del poder de Espartero se acordó la proclamación como reina de Isabel II en noviembre de 1843. Mientras se habían sucedido varios gobiernos de transición de un progresismo suave que terminaron con la llegada al poder del general Narváez en 1844, representante de un grupo de militares más jóvenes que Espartero, entre treinta y cuarenta años, y formados en las guerras civiles que protagonizarían la vida política durante todo el reinado (Serrano, O`Donell, Concha). Aquél, aunque autoritario, se manifestó siempre liberal e inició una etapa que ha sido definida como “parlamentarismo pretoriano” o “el régimen de los generales” en la que el régimen era liberal en sus aspectos legales e institucionales pero a los militares les correspondía un protagonismo fundamental, aun recordando que eran ellos mismos liberales y se oponían a cualquier regreso al Antiguo Régimen pero también a cualquier tipo de revuelta popular.
 En lo que se refiere al funcionamiento del sistema político de la época van a destacar dos elementos: por un lado el papel de la Corona, a la que la Constitución de 1845 le había dado importantes poderes (existía una auténtica “doble confianza”) con el agravante de que ésta estaba fuertemente influida por un círculo muy cerrado y reaccionario; en segundo lugar, la inexistencia de la idea de que debieran existir dos fuerzas capaces de relevarse en el poder de tal modo que los moderados practicaron de forma sistemática la exclusión de los progresistas, muy a menudo en colaboración con la reina, lo que llevó indefectiblemente al pronunciamiento.
La evolución política del periodo se apoya en la figura de Narváez que tras una primera etapa de gobierno en la que se fijaron los pilares del sistema. Tras una serie de gobiernos efímeros, Narváez retornó en 1847 estableciendo una auténtica dictadura legal como respuesta a las oleadas revolucionarias del 48 que en España se concretaron en varios golpes y revueltas populares, incluso de sectores carlistas en Cataluña (guerra de los “matiners)” reprimidas con gran dureza. La consecuencia del 48 en España sería igualmente la aparición de un partido demócrata, caracterizado por su defensa del sufragio universal y su preocupación por el reformismo social en una línea socialista premarxista; sería el precedente más inmediato del posterior republicanismo.

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